Un articulo muy interesante hoy en el periódico Ideal, escrito por Jose Maria Romera.
Uno de los cuatro acuerdos formulados en la obra de Miguel Ruiz, una obra de precptos de sabiduría, es el de “No te tomes nada personalmente”.
Lo que los demas digan y hagan es una proyección de su realidad, que no tiene que ser compartida por nosotros.
Cada uno maneja una visión particular nutrida de sus ingredientes personales, con lo que si nos tomamos las cosas personalmente, admitimos el planteamiento del otro renunciando al nuestro.
Lo que dice el otro solo tiene el valor de expresar lo que el piensa, su punto de vista, y no puede servirnos para establecer juicios acerca de nosotros.
Como somos seres sociales, estamos condicionados por la opinión ajena. Admitir los juicios de otros para no permanecer encerrados en la rigidez de nuestras convicciones nos ayuda a madurar. No es bueno tampoco formarse una imagen inalterablede uno mismo, sino que conviene estar abierto a los consejos y las reconvenciones, especialmente si vienen de aquellos a los que reconocemos alguna forma de autoridad. Pero ser vulnerable al qué dirán revela, por paradójico que parezca, una idea sobrevalorada de nosotros mismos.
Nos creemos demasiado importantes.
El que se toma las cosas personalmente, hinchándose con las alabanzas e indignándose o deprimiéndose con las descalificaciones, piensa en el fondo que los demás viven pendientes de él. No es así, la gente va a lo suyo, y si en algun momento se detiene a juzgar o criticar, lo hace motivado por el interés o su estado de ánimo, por reafirmarse en su realidad o para canalizar su ira.
Sus palabras son suyas y no nuestras. Sus actos son suyos, no nos pertenecen por lo que no nos deberían incumbir.
La tendencia a creer que todo cuanto ocurre a nuestro alrededor exige una respuesta de nuestra parte es improductiva.
Quien se toma las cosas personalmente se hace frágil y se arriesga a ser utilizado como cabeza de turco como desahogo para quienes conocen esa debilidad. Por lo que si alguien nos otorga un papel de algo en su vida, es porque en su vida y con sus ojos, el nos ve de esa manera por su conveniencia, así que ante esos hechos hay que recordar el proverbio: “No hay mayor desprecio que el que no aprecia”
miércoles, 3 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario